Patria

Adolfo Ibáñez S.M. | Sección: Historia, Política, Sociedad

#04-foto-1-autorHace unos días, en un centro comercial se desplegaba un grupo de la Escuela Militar para promover la carrera de las armas. En los pendones exhibidos, presidían su escudo las palabras mérito, virtud y patriotismo. Ellas me llamaron la atención. En el debate cotidiano que recogen los medios de comunicación, estos conceptos no destacan. Más bien todo indica que esas palabras pertenecen de lleno al lenguaje de lo políticamente incorrecto. Quizás se debería afirmar que ellas están excluidas de las bases sobre las cuales se pretende construir el futuro de nuestra patria. Incluso se puede pensar que son antinómicas a las tan difundidas retroexcavadora, programa y calle. Es como que de los valores se hubiese pasado a los antivalores como aspiración superior.

Hay algo profundamente pernicioso en nuestra vida colectiva. Es como una mentira disfrazada que parece cubrirlo todo, y que trastoca desde sus raíces la realidad de las cosas y de la vida. La historia que se pasa en la enseñanza básica también se orienta en el mismo sentido. Las pinceladas sobre el siglo XX son olímpicas. Dejando de lado las falsedades, los mitos y los lugares comunes a los que son tan aficionados nuestros intelectuales (y que les facilitan tanto la vida), se despliegan ante nuestros niños diversos acontecimientos que aparecen flotando sobre unas nubes que no son blancas, ni negras, ni grises (otra maravilla de los intelectuales), debido a que el tiempo que liga y explica no es una dimensión que destaque. La Corfo es un cliché recurrente. Luego, el gobierno de derecha de Alessandri se encadena con el de clase media de Frei, para terminar en el del pueblo de Allende. O sea, el mensaje subliminal es que Alessandri y la derecha son los ricos, y que el Once interrumpió el progreso. Cuando se incursiona en la institucionalidad, se la ilustra con una foto de una marcha encabezada por un lienzo en que se lee en grandes letras Asamblea Popular, lo que rompe toda educación cívica.

La conclusión es que los valores se difunden solo en el quieto y callado encuentro de las personas. Los postulados “de avanzada”, en cambio, se imponen mediante el vocinglerío que multiplican los medios aturdiendo a las personas. Y los programas de enseñanza actúan desde una asepsia que disimula un proceder oblicuo que no mira a los ojos ni levanta los espíritus. En estas Fiestas Patrias cabe meditar sobre el socavamiento anímico que nos encierra en un presente sin futuro y nos amputa los vastos horizontes que llaman a la vida.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.