El hedonista exigiendo una pensión más alta

Gonzalo Carrasco A. | Sección: Política, Sociedad

#09-foto-1La discusión sobre el sistema previsional en Chile, con toda su diversidad, matices y puntos disímiles en las opiniones de economistas, abogados y columnistas, puede agruparse de forma general en dos polos: los primeros que tienen la anacrónica idea de volver a un sistema de reparto con ese espíritu ortodoxo socialista, que no es más que un capitalismo de Estado totalitario, y los segundos “libertarios” que no ven en el ahorro y el trabajo nada más que una mercancía que reduce al hombre a números más o números menos. Pero no se ha precisado sobre otro aspecto en el que Chile ha cambiado, y que hace más complejo el debate.

En las etapas precedentes a nuestro desarrollo económico, el hombre vivió siempre condicionado bajo el peso de la necesidad básica, casi de sobrevivencia. Las cosas necesarias eran pocas, y se encontraban de alguna manera en relación con la constitución corpórea del ser humano, de manera que la actividad económica y ahorrativa estaba orientada a satisfacerla.

Pero la economía chilena, y en general la de Occidente ha cambiado. Si bien antes el problema se enfocaba principalmente en ofrecer una cantidad de bienes suficientes (el chileno ha pasado de un problema de desnutrición a uno de obesidad), hoy la responsabilidad no está solo en lo cuantitativo sino en lo cualitativo, ahora se responde a una demanda de calidad: calidad del mercado, calidad de la prestación de servicios, de la alimentación, del ambiente, etc.

Esta nueva fase histórico-económica de occidente, de la que Chile es también parte, tiene riesgos que delimitados en el debate sobre las AFP no se han mencionado. Y es que en una sociedad en que surgen y se deslindan nuevas necesidades, éstas sirven de reflejo sobre lo que se está teniendo por “bien”.

El hedonismo, tan interiorizado en el hombre postmoderno, se especifica en el plano económico, y por qué no también en el reclamo respecto al funcionamiento de las AFP, dentro del fenómeno del consumismo. El descubrimiento de nuevas formas de satisfacción, con la invención de necesidades cada vez más elaboradas, puede convertirse en un mal si no se tiene presente una visión integral de la persona.

Me pregunto, cuántos consumistas, cuántos hedonistas con hábitos de consumo objetivamente ilícitos e incluso perjudiciales para la salud física y espiritual son los que reclaman para tener pensiones más altas de las que fueron capaces de ahorrar en su vida de “trabajo”.

Una de las falencias más graves del sistema de libre mercado actual es que no posee criterios que permitan distinguir adecuadamente entre las nuevas y más complejas formas de satisfacción, que pueden ser obstáculo para el desarrollo integro de la persona, generando como consecuencia la visión exclusivamente materialista y destructiva de las verdaderas necesidades humanas.

Se debe ser cuidadoso a la hora de distinguir sobre quién reclama una mayor pensión criticando al actual sistema previsional, porque entre sus filas puede venir quien exija de manera justa una mayor asistencia del Estado solidario, para que éste opere subsidiariamente con él, o bien puede venir el hedonista económico, es decir el consumista, con su mezquindad y estrechez de miras, animado por el solo deseo de poseer las cosas en vez de relacionarlas con la verdad.

Mientras tanto, los administradores de las AFP y sus millonarios ingresos quedan avisados por León XIII cuando señaló “Así pues los afortunados quedan avisados…; los ricos deben temer las tremendas amenazas de Jesucristo, ya que más pronto o más tarde habrán de dar cuenta severísima al divino Juez del uso de las riquezas”.