No más maniobras

| Sección: Política

#01-foto-1La renuncia de Manuel José Ossandón a Renovación Nacional ha despertado críticas. Se le acusó de ser personalista y de estar preocupado únicamente de su candidatura, en desmedro de la unidad de Chile Vamos, cuando el momento no está para darse gustitos.

Son críticas sin fundamento y de quienes no tienen autoridad para formularlas, cuando hace tiempo vienen operando para que Sebastián Piñera sea el candidato presidencial, inventando argumentos y realizando maniobras para que lo sea sin competencia. La primera, no decir de frente que es candidato. Pero igual nos plantean que es la única alternativa válida; debe ser porque él no es personalista. Asimismo, que al calificar a un segmento importante de adherentes de la derecha de “cómplices pasivos”, estaba pensando en la unidad y en representar a todos los que lo apoyamos con nuestro voto.

¿Qué sería no darse un gustito?: apoyar a Piñera. A su turno, Joaquín Lavín, un “bacheletista” declarado (nunca se ha disculpado ni retractado de eso, y ahora se extraña que las bases de centroderecha no lo apoyaran como esperaba), ha dicho que constituye la única opción y que lo demás “es música”. Tanto Ossandón como Piñera, y cualquier otro que tenga la ambición, tienen derecho a ser candidato presidencial y a participar en un proceso institucional para ello. La competencia aporta y no divide, pues motiva a las bases, que sienten que fueron consideradas y que el ganador es su indiscutido representante.

La renuncia de Ossandón tuvo una sola causa: la fundada sospecha de que lo iban a tramitar hasta que llegara el plazo de un año antes de la elección, en que quedaría impedido –como le sucedió a Cristián Labbé– de presentarse a primera vuelta como independiente, por ser militante de un partido (“ley antidíscolos”). Y que en ese mismo momento le negarían la realización de una primaria, con el argumento que no cabe dañar la opción del ungido con personalismos y candidaturas sin destino. Cuando las candidaturas tienen el destino que les dan los votantes, y no las opiniones interesadas.

Pretender ser candidato no es ser personalista, porque si es así, todos lo son. Lo es querer ser candidato con la “sandía calada”, minimizando costos propios; o sea, pensar antes que nada en sí mismo. Personalismo es retirarse cuando se advierte que no hay agua suficiente en la piscina, dejando huérfano al sector que lo ha apoyado. ¿Acaso no es el nivel de agua lo que está midiendo Sebastián Piñera antes de declararse candidato? Así, ¿quién garantiza que declarado tal no se retirará, para evitar costos personales, si advierte que el nivel del agua al final no dio? Lo que necesitamos son más candidatos como Felipe Alessandri, que quiere ser y no arranca si se pone difícil, como muchos creyeron que se la estaban poniendo. De ese temple están hechos los ganadores. Lástima por Carolina Lavín, que terminó fuera por secretaría y que era una opción prometedora que no se midió.

No más maniobras, que haya competencia. Y no más el argumento que es mejor evitarla porque pueden ganar los otros, y que las cosas pueden ir peor. Nunca es inoportuno hacer las cosas bien y menos ahora con los peligros que se enfrentan.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.