La empresa es una institución social

Juan Carlos Aguilera P. | Sección: Sociedad

#10-foto-1Hace pocos años, Paul Polman, CEO de una importante empresa multinacional, afirmaba que una empresa es algo más que una organización con objetivos económicos; también, decía, ha de crear valor para la sociedad ayudando a resolver sus grandes retos. En efecto, la empresa no es solo una organización para la creación de riqueza material, algo de suyo importante; vista así, la empresa concebida como una organización que busca la maximización del beneficio, resulta una visión limitada, cuestión que ha sido confirmada por los escándalos que se han hecho públicos desde la década pasada y que han herido gravemente su prestigio; lo mismo ocurre con aquella visión de la empresa que busca su legitimación a través de una serie de proyectos con sentido social, que si bien aportan, los efectos esperados son insuficientes para alcanzar el respeto debido y en no pocas ocasiones son incongruentes con la vida al interior de la empresa.

Parece necesario un cambio de mentalidad en la forma de entender la empresa, en la que las variables económicas, éticas, culturales y sociales sean reordenadas, o en su caso, consideradas adecuadamente. No se puede desconocer que ha habido propuestas interesantes en este sentido. Así, Porter con el “valor compartido”, pasando por Yunus con la idea de la “empresa social”, a las propuestas más recientes como las “benefit corporations”. Un aporte al cambio de mentalidad y una alternativa a las propuestas ya conocidas y que parece razonable, si consideramos la idea de que todo está conectado, consiste en entender la empresa como una institución social.

Que la empresa sea entendida como una institución social, significa que no es solo una organización económica que busca la creación de riqueza, responsabilidad social o reputación corporativa, significa que es una organización “con raíces en la sociedad y proyección en la sociedad”. Y, en la que la que su ‘core’, su núcleo, lo constituyen las personas. Las personas entendidas no como un recurso fundamental, ni como el capital más importante. Las personas entendidas al modo de Homero, como fértiles en recursos, auténticas generadoras de recursos. La empresa como institución social supone y promueve el crecimiento económico, pero más importante que dicho crecimiento, se encuentran la excelencia y el trabajo que perfecciona y mejora a las personas. Excelencia y trabajo entendidos como hábitos buenos, algo permanente y que deja poso y hondura en la persona, permitiendo una estabilidad y madurez moral, que permite sortear con mayor facilidad y prontitud las tendencias a conseguir el resultado fácil, la extorsión, el chantaje y la pillería, que corrompen y disuelven a la persona y a la empresa. De este modo, la empresa concebida como institución social se distingue de una organización que puede perfectamente organizarse para la piratería, el robo, tráfico de drogas, la trata de personas, con resultados económicos espectaculares.

La empresa es una institución social, porque está enraizada en la sociedad debido a que social es el hombre que trabaja en ella y proyectada a la sociedad, a través de los bienes y servicios que aporta, porque la sociedad está constituida por personas. Así, se va configurando a través de la excelencia y el trabajo habituales una cultura que da estabilidad y trascendencia no solo a la empresa, sino también a la sociedad. La empresa, entonces, es un factor relevante de la estabilidad social, de la que deviene su prestigio.

Por eso, en este sentido, resulta interesante la afirmación del líder de la Sofofa referida al modo en que deberían acometer las empresas las dificultades que se están presentando con relación al aumento del desempleo: “Evitar los despidos, tratar de bajar los costos por otras vías”. Son palabras que constituyen, en cierto sentido, un cambio de mentalidad, al tiempo que una buena noticia para las personas que trabajan y la sociedad.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Pulso.cl.