La actual crisis universitaria chilena a la luz de la experiencia venezolana

Carlos A. Casanova | Sección: Educación, Política, Sociedad

A los estudiantes de la Universidad Santo Tomás.#05-foto-1

A todos los estudiantes chilenos.

Hace un par de días hubo saqueos en la ciudad de Cumaná, en el oriente de Venezuela. En medio de una tiranía totalitaria y militarizada, multitudes se lanzaron a buscar comida en supermercados y panaderías porque en Venezuela, la otrora abundante, hay escasez de lo más necesario. De hecho, hay hambre verdadera, hay personas muriendo de hambre.

Yo viví la llegada al poder de los comunistas en mi querida Patria: la victoria limpia en las elecciones de 1998. No votó el pueblo en ellas por el comunismo, pero sí por un cambio de rumbo, pues los medios de comunicación habían creado la imagen de la crisis de la república por medio de una propaganda constante que duró al menos una década y media (desde 1982). Pero, una vez que los comunistas conquistan el poder, no lo comparten y no lo dejan, a no ser que se vean literalmente forzados a ello. (Como los soviéticos, cuyo golpe de estado contra Yeltsin fracasó).

En los primeros años contó Chávez con un importante apoyo popular, aunque pronto perdió la mayoría. Las elecciones después de 1998 fueron todas fraudulentas de una manera o de otra (registro electoral inflado, manipulación de la información, abuso de propaganda oficial, alteración directa de los resultados). Pudo, sin embargo, contar con apoyo porque manipuló lo más bajo que hay en el hombre, el resentimiento; –y porque sembró odio y desconfianza entre las élites criollas (políticas, económicas) y las masas populares. Uno escuchó, por ejemplo: “¡si yo estoy mal, que nos jodamos todos!” –Muy parecido a la famosa teoría de los patines del ministro chileno.

Lo que no sabían los resentidos es que no estaban mal: en Venezuela había educación gratuita desde los niveles más básicos hasta el pregrado universitario, y aun más allá, porque los postgrados no eran caros y había becas; había salud gratuita; había salud pública; había vialidad y transporte públicos, y había abastecimiento y recursos, de manera que nadie moría de hambre. Mal iban a estar después, cuando los comunistas acabaran con las élites locales y formaran las élites totalitarias, entregadas a élites extranjeras. Entonces reaparecieron enfermedades tropicales que habían sido erradicadas; la vialidad se estancó; las estructuras de producción fueron sistemáticamente destruidas: primero las no petroleras, pero después también las petroleras (en un día Chávez despidió 22.000 trabajadores y acabó, de un plumazo, con la capacidad técnica de la industria)… En 1998, justo antes de Chávez, con el barril de petróleo a 7 dólares, el país iba camino de salir de la deuda externa. En cambio, desde 1999, con el barril a 140, se endeudó de una manera que jamás soñamos los venezolanos. Se ha hipotecado el bienestar de mi Patria y de mi pueblo en favor de poderes financieros y políticos foráneos, que se han aprovechado desfachatadamente de la tiranía que nos desangra. No me refiero, por cierto, a los cubanos, que han sido simples ejecutores.

Pero cuento todo esto solamente para que saquemos una lección. Hoy está ocurriendo que en la Universidad Santo Tomás un grupo de estudiantes radicales que perdieron el año pasado las elecciones de la FEUST se han tomado la sede de Ejército 146. Se han aprovechado de los descontentos del estudiantado y han logrado manejar la situación hasta la toma, que interrumpió las negociaciones que las autoridades llevaban a cabo con la FEUST. Así actúan a menudo los radicales: si no ganan, arrebatan.

He palpado que los estudiantes tienen preocupaciones legítimas y descontentos quizá comprensibles: por eso negociaban las autoridades. Pero no parecen percibir que un grupo revolucionario que se encuentra ahora en el poder en Chile está manejando las cosas en una dirección que no conviene a nadie. Quiero prevenirlos, no sea que les ocurra como a los venezolanos: que ignoren las cosas buenas que pueden perder, que se dejen cegar por el resentimiento y que vengan a perder tesoros que es difícil volver a encontrar en la historia.

Tengo en mente, sobre todo, dos bienes inestimables: la autonomía universitaria y la libertad de asociación. Los comunistas quieren acabar con ellos, porque les parece esencial para someter a Chile a un totalitarismo. Han organizado un ataque astuto: en lugar de pedir la destrucción de la libertad, piden la destrucción de los empresarios; en lugar de pedir la supresión de la autonomía, piden el control sobre la “calidad”. Como de costumbre, mueven los hilos del resentimiento.

Amigos míos: me interesa sobremanera formar a los estudiantes para que comprendan esos bienes. Por este medio pido a la FEUST que establezca una cátedra libre en la que cada semana pueda reunirme con los estudiantes que lo deseen a hablar de estos asuntos, de manera que no los utilicen los comunistas para crear sus propias cadenas.

La Universidad es un centro en el que se cultiva el conocimiento y en el que se ponen en tela de juicio los criterios con los que se toman las decisiones políticas y económicas. Por eso no tiene sentido que el gobierno, a través de un Ministerio y sus satélites, controle las universidades. El Ejecutivo, centro en el que se toman las decisiones políticas, si está animado por una ideología totalitaria, tiene un interés muy vivo en controlar la única instancia que puede realmente poner en evidencia la irracionalidad última de esas decisiones.

Los estudiantes pueden percibir con facilidad que es importante que el Poder Judicial tenga independencia frente al Ejecutivo. Pero mucho más importante es que la Universidad tenga autonomía frente al Ejecutivo. Precisamente esta autonomía es la que hace posible un pensamiento que muestre con razones sólidas la conveniencia de que el Poder Judicial sea independiente. Andrés Bello decía que la Universidad es la fuente de luz de Chile. Por eso, si una ideología totalitaria llega a someter la universidad al Ejecutivo, Chile se quedará a oscuras y no habrá defensa frente al abuso del poder.

Ya Sócrates mostró que el verdadero académico tiene que obedecer a Dios antes que a la autoridad política. Y Aristóteles afirmó al final del libro VI de la Ética a Nicómaco que si el gobierno pretendiera gobernar sobre la filosofía es como si pretendiera gobernar sobre los dioses.

Por otra parte, no existe verdadera libertad de pensamiento si no podemos asociarnos los que pensamos de manera parecida para cultivar nuestra visión del mundo. De aquí surge que las universidades privadas con ideario sean una exigencia del verdadero pluralismo. Si el gobierno suprimiera las universidades privadas se acabaría en Chile el verdadero pluralismo.

No es perfecto el sistema chileno. No existe el sistema perfecto. Pero, quizá convenga tolerar algunas imperfecciones y salvar la autonomía y el derecho de asociación antes que lanzarnos en una aventura revolucionaria que acabe sometiendo la Academia a los burócratas del Ministerio de Educación, que representarán una ideología totalitaria.

#05-foto-2En Venezuela costó al comienzo, allá por el año 2000, que los profesores y estudiantes comprendieran la importancia de la autonomía. Pero finalmente la comprendieron y logró salvarse. Han muerto o se han visto precisados a ir al exilio miles de estudiantes y no pocos profesores a causa de su defensa (pero, por supuesto, no hay cifras oficiales). Por eso Venezuela todavía tiene espíritu. Pero, por eso mismo, porque no pudo controlar las universidades que resisten su brutalidad y perversidad, el gobierno está tratando de ahogarlas, de suprimirlas. En Chile, los estudiantes que no han comprendido la importancia y el valor de la autonomía, están trabajando sin saberlo para que la ideología de la Presidente Bachelet, la gran coordinadora de la revolución, acabe esclavizando al mundo universitario. ¿Tiene esto sentido, realmente?

¡Estudiante! ¡Reacciona! Tienes que sobreponerte a tus propias cuitas y a la consideración de tus intereses inmediatos para pensar en el bien común de Chile, donde reside tu verdadero interés. “Prefiero vivir pobre en una Roma rica que vivir rico en una Roma pobre”. ¿No vale la pena, por lo menos, enterarse de los bienes y valores que puedes estar destruyendo?

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog El abejorro, http://carlosacasanovag.blogspot.cl.