Chile Vamos: ¿Ser o no ser?, esa es la cuestión

Eugenio Yáñez | Sección: Política, Sociedad, Vida

Un amplio debate ha generado en la (centro) derecha la conveniencia o inconveniencia de fijar en la declaración de principios de Chile Vamos la defensa de la vida.

Para aquellos que podríamos calificar como “pragmáticos” se trataría de una cuestión más bien estratégica, y en consecuencia habría que eliminar el “polémico” párrafo, toda vez que éste a) genera división al interior de la coalición, b) resta adhesión de algunas fuerzas políticas y sociales 3) resta votos. Para estos se debería poner el acento en el fin buscado: unidad de la coalición, generar mayores adhesiones y ganar las elecciones.

En suma, declarar explícitamente el derecho a la vida, solo resta y no suma. A fin de cuentas lo que está en juego es el poder. En este contexto, Maquiavelo (el fin justifica los medios), Lenin (léase su obra ¿Qué Hacer?), y Salvador Allende (quien firmó las garantías Constitucionales, porque era una necesidad estratégica, según declaró a su amigo el periodista francés Regis Debray) estarían de acuerdo con los “pragmáticos”, habida cuenta que la política es “techné” orientada a la búsqueda del poder y todo medio que apunte a ello bienvenido sea.

Para los otros, que podríamos llamar “doctrinarios”, es un tema más de fondo, no solo estratégico. Lo que se juega es la identidad del conglomerado, y lo que se defiende el valor de las convicciones. Además, la gente, el pueblo, los votantes, la “señora Juanita”, necesitan identificarse con alguien que tenga ideas claras. ¿Cómo identificarse con un mensaje “licuado”, carente de densidad? Naturalmente mantener las convicciones tiene un costo. Fue el costo que estuvo dispuesto a pagar Eduardo Frei Montalva, cuando defendió con fuerza su programa de gobierno y declaró que prefería renunciar a cambiar “una coma” del programa.

Es una discusión política y doctrinal, pero más aún, creemos que es antropológica y ética, pues lo que está en juego, no es solo la firme convicción de defender la vida del más débil, inocente e indefenso de todos los seres humanos (esta es la punta del iceberg), sino más aún, cómo se concibe al hombre y a la sociedad. No podemos saber lo que es bueno para el hombre, si no sabemos primero qué y quién es el hombre. Ello implica además, una determinada concepción de la política y de la libertad, que pareciera ser diferente entre “pragmáticos” y “doctrinales”.

Así las cosas, el viejo aforismo shakespeariano sigue teniendo plena vigencia: “ser”, o sea, conservar la identidad, aunque ello implique la agonía o muerte electoral, o “no ser”, vale decir, mimetizarse con los otros conglomerados políticos. Entre tanta confusión, todos ganan un poco. ¡¡¡He ahí el dilema!!!

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Chile B, www.chileb.cl.