Crisis de confianza

Rodrigo Pablo Pérez | Sección: Familia, Política, Sociedad

#08 foto 1El mayor problema de la economía actual, tanto a nivel nacional como internacional, parece encontrarse en la falta de confianza. Los inversionistas huyen de China, de cuyos índices desconfían, y, a su vez, lo hacen de Chile, cuyo camino institucional no está claro. Por su parte, el ciudadano de a pie desconfía del gran ciudadano que gobierna o invierte; de la trasnacional. Y los europeos y rusos se miran desde sus respectivas trincheras con recelo.

Lo anterior es dañino para todos, todos nos necesitamos a todos, pero, lamentablemente, llevamos nuestras relaciones no en un clima de fraternidad, sino de guerra; buscando siempre maximizar nuestro interés inmediato a toda costa. Perdiendo de vista el interés común de generar espacios donde la paz y la armonía reinen permitiendo un mejor comercio y desarrollo general. Debemos comprender que el único progreso posible es el que se difunde entre todos; de lo contrario la amenaza de la guerra siempre está al asecho.

Lamentablemente, como humanidad hemos enfrentado este problema desde la óptica según la cual Hegel leyó al capitalismo, la que fue seguida por el marxismo aumentando el problema de la desconfianza. Ella distingue dos ámbitos: el económico y el político, correspondiendo al primero la persecución de objetivos personales y, al segundo, la persecución de objetivos públicos. En el primero impera el egoísmo y, en el segundo, el Estado, que con principios éticos superiores interviene para apaciguar al mercado. Olvida este análisis, que el Estado no es más que una creación del hombre que nace de sus relaciones. De modo que si en ellas impera la desconfianza, dicha característica no puede sino traspasarse a ese ente.

Mejor aproximación a los problemas sociales y económicos parece haber tenido la escuela italiana de la economía civil cuyos principales exponentes definieron, en el siglo XVIII, a la confianza como la piedra angular del correcto funcionamiento económico y social. Así Filangeri escribió “la confianza es el alma del comercio, todas las partes que lo componen caen sin ella”, agrega luego que los primeros recursos de una nación son “la confianza en el gobierno, en los jueces y en los otros ciudadanos”. Señala, este autor, que sin confianza la economía se estanca y que los países se derrumban.

En cuanto a cómo lograr el desarrollo de la confianza. Genovesi plantea que la fe pública no es una responsabilidad primordial del Estado. Él destaca que la confianza se genera desde abajo hacia arriba, siendo la primera forma de confianza la que se da entre las familias y grupos humanos organizados para distintos fines que se sienten unidos por la virtud.

Compartiendo esta opinión, es de mi parecer que la mejor vía para abandonar la crisis económica e institucional por la que atraviesa nuestro país es devolver la confianza a la sociedad chilena. Para esto, me atrevo a proponer un cambio de lenguaje, reemplazando las palabras que incitan al conflicto por otras que busquen la paz (“femicidio” por “uxoricidio”); a confiar en la iniciativa comercial y social privada; restablecer el valor del matrimonio (institución donde la confianza es esencial y en la que ella se aprende); ensalzar el sano patriotismo –entendido como aquel sentimiento que lleva a quienes lo sienten a querer formar una sola gran familia con sus connacionales–, y dejar la dialéctica de la guerra de clases.

Con eso es más que suficiente para re-enfilarnos en la ruta del progreso.