Con la familia ¡no!

Sebastián Espíndola | Sección: Familia, Política

#09 foto 1Decidir conformar una familia es sin duda un momento importantísimo. La tarea de dar vida a un nuevo ser humano corresponde a una de las pruebas más grandes de amor y responsabilidad, siendo expresión máxima de libertad responsable, dado que implica entregar un conjunto de principios, valores e identidad que serán puestos en práctica en la sociedad.

El eje de la planificación progresista está imponiendo todo el peso ideológico en distorsionar la moral en la crianza de los hijos. Pues, se busca quitar el derecho que tienen los padres de corregir a sus niños, junto con la capacidad poner reglas y límites, empoderándolos de una capacidad incomprensible a su edad.

Comenta la futura Subsecretaria de la Niñez (encargada ahora del Consejo Nacional de la Infancia), que cambiará “la relación del Estado con los niños, de poder, de ver al niño como objeto de políticas, en transformarlo en una persona que es válida por sí misma”. Desnaturalizando gravemente la relación padres e hijos.

La transmisión de valores en la familia se verá profundamente dañada con la creación de un derecho a la intimidad. Entonces, mamás y papás: ¿podrán enterarse ustedes con quién se juntan sus hijos?, ¿sabrán si ellos están cometiendo malos actos?, ¿podrán evitar ustedes que a futuro sus hijos caigan en una adicción? Lo que señala esta funcionaria pública es que los niños sí sabrán diferenciar lo bueno de lo malo. Así entonces, ustedes padres no podrán ayudarles ni enseñarles lo correcto a la hora de cometer un error, ni tampoco permearlos con los valores culturales y espirituales que ustedes quieran que posean en su vida.

La naturaleza de la familia pareciera tornarse en una especie de comodato de la infancia: “Yo Estado, te impongo un mandamiento: tú sólo podrás darle comida y techo a tus hijos. Yo los adoctrinaré según los parámetros dictados por quiénes me administren. Si te resistes, caerá el peso de la coacción sobre tus hombros”.

Los planes futuros contemplan también una parte política. Acercando la inocencia de la niñez a un corporativismo sin reglas a través del Consejo Nacional de Niños, como órgano civil conformado por Centros de Alumnos y agrupaciones de menores de edad que influirá en la toma de decisiones de políticas públicas de la niñez. Siendo la oportunidad perfecta para que cualquier movimiento político influya en los menores fijando las reglas de juego. Entonces, a modo de reflexión: ¿niños de 12 años votarán para determinar las políticas de adopción?

Es un proyecto que traspasa el límite que todo Estado debe tener frente a los individuos, se pasa a un sistema de vigilancia en el hogar donde el aparato público busca liquidar la intimidad en la convivencia de una familia. No olvidemos que los padres –en cualquier parte del mundo– buscan dotar a sus hijos de los buenos valores para darles herramientas que potencian sus talentos.

El tiempo corre en contra, es momento para resguardar la familia, apoyarla y centrarse en ella, que es el núcleo fundamental de la sociedad.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Chile B, www.chileb.cl.