No son las leyes

Axel Buchheister | Sección: Política, Sociedad

#09 foto 1La delincuencia desatada hace que los ciudadanos reaccionen: cacerolean y se organizan en un frente “todos juntos contra la delincuencia”. En su manifiesto, sus organizadores reclaman por las iniciativas legales que duermen en el Congreso. Algo muy chileno, creer que las leyes resuelven todo, cuando en realidad no resuelven mucho, porque el verdadero problema es cómo se aplican, si es que sucede.

Así, a fines de junio se aprobó una extensa modificación de la ley de violencia en los estadios, que incluyó ponerle un nombre más a tono con los tiempos –“Derechos y deberes en los espectáculos de fútbol”–, que fue celebrada por los hinchas con la quincena probablemente más violenta en los estadios de que se tenga memoria. Leyes sobran, y aunque siempre se pueden mejorar o complementar, el eje del asunto es que las que hay no se aplican como se debe. Y los hinchas lo saben.

Veamos ejemplos en La Araucanía. Un comunero condenado –de los pocos que lo han sido– a 10 años de cárcel por el delito de robo con intimidación, fue transferido a un recinto de trabajo abierto, aunque no cumplía ningún requisito reglamentario para ello y era manifiestamente contraindicado hacerlo. Como era de esperar, se fugó. Voces internas de Gendarmería acusan presiones políticas del gobierno para otorgar el beneficio. En otro caso, el activista Emilio Berkhoff fue condenado a cinco años de cárcel efectiva, pero como se encontraba en libertad provisional, debía entrar a cumplir condena, y por cierto se fugó. Un “caso de Ripley”, ya que se lo dejó arrestado la primera vez en su domicilio porque se le detuvo portando un arma, y entonces se fugó. Cuando se le recapturó, nuevamente portaba un arma, pero igual se le dio al final la libertad provisional. Paradojalmente, la condena que recibió fue por los dos portes de armas y no por los delitos de robo e incendio de que fue originalmente acusado. ¿Acaso esperaban que ahora se entregara?

#10 foto 1En la contracara, el ex senador Jovino Novoa cumple arresto domiciliario como medida cautelar. No existe ni el menor antecedente que haga suponer una fuga; sería impensable que sucediera. Del arresto domiciliario se arranca el que quiera, porque un par de visitas diarias de carabineros no lo impiden, pero Novoa seguirá en su casa cumpliendo y el juez lo sabe, ya que de lo contrario lo habría mandado a prisión preventiva. El efecto es un simple castigo anticipado, lo que se contrapone a la presunción de inocencia. Pero el ex senador tiene que operarse y una jueza lo autorizó a hospitalizarse, a condición que deposite una garantía de $ 3 millones. No se entiende para qué, pues hospitalizado y operado es más improbable que se fugue que desde su casa.

El absurdo, la politización y el despropósito campean en la aplicación de las leyes. Ese es el problema, y mientras los chilenos no seamos capaces de exigir la vigencia efectiva y racional de las normas que nos rigen, los que las infringen se seguirán riendo de nosotros. Es lo que nos diferencia de las sociedades desarrolladas, que se caracterizan por el imperio real de la ley. Dictar leyes, eso lo hace cualquiera.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera.