Parálisis

Pedro Gandolfo | Sección: Educación, Política

#08-foto-1Los niños y niñas de Chile siguen educándose hoy, 11 de abril del 2015, exactamente igual que el 11 de marzo del 2014. Eso es parálisis. Es en la sala de clases, es en la relación concreta entre el profesor y el alumno donde debe medirse la movilidad o el movimiento de la enseñanza. Las importantes leyes que se han aprobado entrarán en vigencia (y solo muy parcialmente, a partir del próximo año) y sus efectos sobre lo que está pasando allí, en la sala, quizás ni afecten a las presentes generaciones de estudiantes. Entretanto, el día a día de miles de estudiantes y profesores no se ha modificado ni un milímetro y sigue, como una maquinaria perfectamente engrasada, enseñando miles de estupideces, de una manera estúpida, y valorando esas estupideces de una manera estúpida. La tríada viciosa: contenidos, métodos y evaluación estúpidos por doquier. Eso es parálisis.

Oí decir en la televisión a la señora Presidenta Michelle Bachelet que su administración no se encuentra “paralizada”, que no está dispuesta a perder el tiempo en debates inconducentes y que su norte se encuentra en resolver los problemas concretos de la gente (inauguraba una sub red de agua potable). Bien, pero ¿qué más concreto que la educación, reitero, no en los debates, disquisiciones y normativas, sino en el proceso mismo de la enseñanza actual y real?

Entre los especialistas y protagonistas del proceso educativo existe consenso acerca de lo establemente catastrófico de nuestro sistema educacional (refrendado por mediciones internacionales) y, lo que es más importante, también hay consenso de que es posible introducir –en un plazo bastante breve– reformas que (según una experiencia nacional e internacional probadísima) logran un movimiento concreto hacia adelante (progreso, se llama) en la sala de clases. Eso no es parálisis. He leído que en Finlandia, país ejemplar en materia de resultados educacionales, en vez de dormirse en sus victorias, estudian introducir nuevos cambios que inciden directamente en la educación “en la sala”. Eso no es parálisis. Los niños y niñas de Chile, en cambio, siguen hoy estudiando y recibiendo enseñanzas de una misma manera que hace un año y medio, señora Presidenta, y casi de la misma manera en que me eduqué yo. ¿Nos estamos moviendo?

No hay que pensar en los profesores del mañana, sino en los de hoy, esos que marcharon frente a La Moneda, a ellos se los puede ayudar ya: rebajando sus horas de docencia, relevándolos de completar miles de papeleos inútiles (pero muy bien intencionados), mejorando sus condiciones de trabajo. Están aplastados.

No hay que pensar solo en los alumnos del mañana. La reforma a los planes y programas de estudios, a las metodologías y enfoques, depende exclusivamente de la potestad reglamentaria de la Presidenta y requiere también una cirugía que debe practicarse a partir de hoy: una mirada holística que acabe con el enciclopedismo decimonónico y se proponga objetivos y contenidos de aprendizaje razonables. Nada de eso ni siquiera asoma. Parálisis. Etcétera.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago (11.04.2015).