Metiendo la cuña

Max Silva Abbott | Sección: Política, Sociedad, Vida

#03-foto-1La verdad es que a esta altura, hay que ser muy ingenuo para no darse cuenta que el intento por regular el mal llamado “aborto terapéutico”, es solo la cabeza de playa para lograr el aborto libre en Chile, financiado por el Estado y contra el cual no pueda ejercerse la objeción de conciencia.

Los argumentos para refutar las causales han sido repetidos mil veces, pero eso no importa a sus promotores: casi no hay muertes por embarazos (con lo cual mal puede ser un problema de “salud pública”), y existen otros mecanismos lícitos para combatirlas; de una violación casi no surgen embarazos, salvo que sea una situación reiterada de abuso, sin contar con los efectos del síndrome post-aborto; y que la inviabilidad del no nacido, además de depender de un diagnóstico falible, valora a las personas por su salud, no por lo que son.

Lo anterior significa que los verdaderos motivos hay que buscarlos en otro sitio. Y uno de esos motivos es, claramente, la concepción que se tenga sobre la sexualidad. Así, si ella es entendida prioritariamente como algo lúdico (es cosa de ver el éxito que ha tenido “Las cincuenta sobras de Grey”), el aborto terminará siendo visto sólo como un método anticonceptivo más, como otro mecanismo para evitar que se produzca lo que muchos consideran una “falla” de la sexualidad: la procreación.

Lo anterior significa que para varios de sus promotores, la naturaleza no solo se habría equivocado en este punto, sino que de manera más profunda, es necesario modificar la realidad, en caso que algún aspecto de ella contraríe sus deseos o apetencias. En este caso, y mediante complejos ejercicios semánticos, se pretende obviar lo fundamental y más importante: qué –o mejor quién– es el no nacido.

De hecho, a tal punto ha llegado este afán dominador y manipulador de la realidad, que pese a los aplastantes argumentos aportados por la ciencia, se sigue negando lo evidente: la pertenencia del no nacido a la especie humana y por tanto, su condición de persona, o si se prefiere, de un igual, de “otro yo”. De esta manera, se buscan mil argucias para cosificarlo a fin de poder deshacerse del mismo llegado el caso. Y eso que por otro lado, se vocifera furiosamente contra la discriminación.

Es por eso que la actual arremetida en pos del “aborto terapéutico” es solo el primer paso, la cuña que pretende meterse en la ciudadela que defiende la vida, para ir ampliándola sin misericordia. Vendrán luego, primero con plazos y luego sin ellos el aborto libre, la eutanasia y tal como ya está ocurriendo en algunos países de Europa, el infanticidio. ¿Seguiremos el mismo camino?