La dictadura del miedo

Hermógenes Pérez de Arce | Sección: Historia, Política, Sociedad

#02-foto-1 Chile está cada vez más parecido al país de “1984”, de Orwell, donde el “Hermano Mayor” controlaba todo lo que debía decirse y pensarse y había designado como “villano oficial” a quien mejor personificaba la oposición a sus ideas, Emmanuel Goldstein, al cual el pueblo debía cada cierto tiempo insultar a gritos durante varios minutos, tal como cualquier medio controlado por la extrema izquierda (es decir, la mayoría) lo debe hacer crónicamente ahora en Chile con Pinochet.

El otro día me llamaron de un programa de TV llamado “Vigilantes” para que fuera parte de su panel. Consideré la oferta como un gesto de heroísmo periodístico, pero contesté que vería el programa para saber si habría garantías de que podría exponer mis opiniones. Esa misma noche lo vi. Asistía una persona que quiso hacer una moderada defensa del Gobierno Militar, pues todos los y las demás panelistas estaban concentrados en denigrarlo. Pero entonces una de las segundas lo interrumpió gritando histéricamente: “¡Ratones en la vagina, ratones en la vagina!” Con eso “el negrito de Harvard” quedó silenciado. Decidí no ser su sucesor. Ya había tenido una experiencia similar bajo la TV de la dictadura… la actual, la del miedo, naturalmente.

Acá el “Hermano Mayor” es el marxismo, y todos sabemos a quiénes me refiero con ese término. El marxismo ha instituido en el país dicha “dictadura del miedo” y la ejerce activamente: “El Mercurio” (16.11.4, D-2) informa que el senador marxista Alfonso de Urresti ofició al Ejército en el sentido de que la medalla “Comandante en Jefe del Ejército Capitán General Augusto Pinochet Ugarte”, con que se premia a ciertos uniformados, constituye “un agravio” para los chilenos. Los militares, que por formación deberían ser los últimos en caer presas del miedo, esta vez lo hicieron con mayor prontitud incluso que los políticos de derecha ante el marxismo, e inmediatamente el Ejército ofició al Estado Mayor Conjunto de la Defensa para que modifique el reglamento de la condecoración y suprima en ella el nombre de Pinochet. “Arrancar de miedo no es cobardía”, reza un antiguo refrán criollo, que los militares y derechistas chilenos hemos adoptado como jaculatoria en las últimas dos décadas y media.

Es que la izquierda (con la ayuda de los Kerenskys, como siempre y hasta que las cosas pasan de castaño a oscuro y se unen a nosotros para clamar por el salvavidas) mete mucho miedo. Tanto que el ministro Kerensky de Defensa (que cuando era parlamentario tuvo el coraje de intentar investigar a fondo una irregularidad de Piñera) ante el marxismo ha perdido todo ese coraje y ha marginado del Consejo de Monumentos Nacionales al coronel Eduardo Villalón Rojas porque, como integrante del mismo, se opuso a que declararan “centro de torturas y monumento nacional” al edificio de un regimiento. ¡Los que defienden el honor de su institución son sancionados!

En mi blog anterior me referí al “Café Torres”, que en su galería de Presidentes de Chile expuesta en el local tiene un inexplicable vacío entre 1973 y 1990, que yo atribuí a la malevolencia izquierdista del propietario. Pero me equivoqué: ¡es por temor a la dictadura del miedo! Pues un feligrés de este blog fue al “Torres” y le enrostró al dueño el injustificable vacío, y resultó que éste también lo estimaba injustificable… pero no se atrevía a llenarlo. Porque los marxistas son violentos y quizás qué pueden hacerle a él y su local si aparece la imagen de la Junta y de Pinochet en el panel histórico, explicando por qué un país igual a Alemania Oriental en 1973 se transformó en otro igual a Alemania Occidental en 1990, cosa que el actual panel, por cierto, no explica.

Víctima de la dictadura actual se ha suicidado otro preso político uniformado, el suboficial mayor de Carabineros, Luis Mella, apresado por orden de un juez de izquierda por hechos prescritos y amnistiados, separado de su familia, que reside en Temuco, y sin haber sido citado ni interrogado desde el 11 de agosto, en que fue ilegalmente detenido. El juez “lo dejó  botado” y, perdida toda esperanza, se suicidó.

Si los que tenemos miedo intentamos reunirnos para darnos ánimo, los marxistas nos rodean y nos agreden. Yo tuve que abandonar el Club Providencia, antes de que esta comuna se pasara a la izquierda, dentro de un bus policial y bajo una lluvia de piedras, por haber querido presentar la quinta edición de la biografía de otro preso político, el coronel Krassnoff.

Y los que quisieron asistir al teatro Caupolicán para la exhibición de un documental del gobierno de la Junta fueron agredidos en los alrededores, resultando personas de edad avanzada con quebraduras y heridas y una señora salvajemente golpeada por los marxistas terminó con una vértebra rota. Le salvaron la vida algunos comerciantes callejeros que espantaron con palos a sus agresores. Todo esto a pocas cuadras de La Moneda. Sólo quiso ejercer un derecho constitucional, el de reunión, conculcado por la dictadura del miedo.

El escandaloso amedrentamiento de los tribunales, que los ha transformado en una máquina vengadora marxista, inducía a mi amigo Álvaro Bardón a instar a sus amigos abogados a ir en masa a romper sus carnets profesionales ante la sede del Colegio de la Orden. Interrogada una autoridad de éste cerca de por qué el gremio no levantaba la voz ante la increíble y sistemática transgresión de las leyes por parte de los jueces en los procesos contra uniformados, ella manifestó:
Si propongo eso, el Consejo se quiebra.

#02-foto-2El  miedo, siempre el miedo. Los partidos de derecha, crónicamente presas de él, se apresuran a revisar sus actuales Declaraciones de Principios, pues ellas manifiestan su agradecimiento al gobierno que salvó al país de quedar al otro lado del Muro, gobierno bajo cuya égida, además, nacieron. Están aterrados de que el Hermano Mayor, es decir, los marxistas, los muestren ante la opinión pública como “hijos de la dictadura”. ¡Hay que adaptar rápidamente los principios, para que el Hermano Mayor no se enoje!

Entonces, si usted imprime este blog, rómpalo apenas leído. Al Hermano Mayor puede no gustarle que usted lo tenga. Y un sujeto que ha acusado de “cómplices pasivos” a quienes piensan como el autor (y que es, a su vez, cómplice activo del Hermano Mayor en la persecución de uniformados) también podría ponerlo a usted en su mira.

Pues nunca uno será suficientemente precavido bajo la “Dictadura del Miedo”.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog, http://blogdehermogenes.blogspot.com.