La sociedad enferma

Josep Miró i Ardèvol | Sección: Familia, Política, Sociedad

#07-foto-1-autorCuando una persona es incapaz de aceptar la realidad, la retuerce y transforma con algo que nada tiene que ver con los hechos y los datos, y esta forma de obrar es permanente, tanto que guía su vida, es patológica, esta persona, sin duda alguna, necesita ayuda, atención, tratamiento, porque está enferma, aunque en ocasiones la patología es tal que ella cree que es el resto del mundo que está equivocado. Pues exactamente esto le sucede a nuestra sociedad postmoderna, líquida, desvinculada. De ahí surge su decadencia, su retroceso, su incapacidad para resolver los problemas que acumula. Escojamos un ejemplo en el centro de la ideología dominante, la de género. Para esta posición, también oficial en el Gobierno del PP, al menos en su práctica, existe una violencia estructural contra la mujer producto de lo que llaman la cultura patriarcal, basada en el dominio y explotación.

Es difícil ver que tiene de patriarcal nuestra sociedad de individuos aislados guiados por la satisfacción del deseo, pero a pesar de ello seamos más exigentes, pidamos argumentos más concretos. Si la teoría fuese cierta, y se habla y se actúa como si lo fuera, esta condición de violencia debería darse más en la pareja tradicional, la del matrimonio religioso, entre los de mayor edad, entre los católicos practicantes, porque el catolicismo es el nido del patriarcado entre los países del sur de Europa: España, Italia, Grecia, porque en todos estos supuestos, según el análisis de género, habita esta cultura. Pero no es así, y no lo es de manera radical, contundente. Quienes matan más mujeres, con diferencia, viven en parejas de hecho, son agnósticos o ateos, menores de 40 años, y habitan en el norte de Europa, y Gran Bretaña. Y es que todo esto es un invento puro y duro, y la incapacidad para verlo de tanta gente de buena fe, trivial o reflexiva, es precisamente el signo de la crisis de sociedad.

La causa de la violencia hay que buscarla con datos en otra parte, en la pérdida de respeto por la relación entre hombre y mujer, en su reducción a un contacto sexual, a la liquidación del valor de la maternidad, del compromiso fuerte en la pareja basado en la dignidad humana, en la pérdida de las virtudes, nuestras grandes conductoras en lo cotidiano. Una consecuencia de todo ello se puede percibir en el desarrollo desmesurado de la prostitución y la pornografía, el gran e inacabable negocio de internet. Ellas –no solo– construyen un imaginario que contribuye a la violencia contra la mujer.

Cuando después de largo tiempo de debate y estudio parlamentario, Suecia decidió prohibir la prostitución, no lo hizo por ninguna causa moral, del deber-ser, sino porque constató la estrecha relación entre aquella práctica y la violencia. Lo que hacen estas actividades es convertir a la mujer en un simple objeto, real o virtual, cuyo uso solo está limitado por el deseo del que paga y el pacto, y con frecuencia el límite se traspasa. En muchos imaginarios masculinos la mujer es percibida en estos términos, y más todavía, violentada. En la imaginación, y en la práctica. Es percibida como algo objetual, que se mueve entre el deseo de posesión y la violencia, y esto nada tiene que ver con la tradición cultural que ve en la mujer a la madre, la esposa, la hija.

Existe la teoría –fruto de la enfermedad social– de que imaginar algo con fuerza no tiene traducción en la conducta. Al mismo tiempo se propaga lo del “pensamiento positivo” basado en lo contrario, una contradicción más. Pero es que la evidencia científica llevada a la práctica en el campo deportivo, el entrenamiento denominado de Rendimiento Máximo, pasa por imaginar y repetir, una y muchas veces, el movimiento a realizar hasta reproducirlo a la perfección para mejorar el resultado. Y es que la mente sí tiene repercusión en nuestra forma de obrar, esa es una obviedad. Quienes se sumergen en un mundo de pornografía, acaban percibiendo parte de la realidad desde esta perspectiva.

Cuando hace unos años estudié las causas objetivas de los feminicidios de pareja y aparecieron con gran vigor las correlaciones con las rupturas y los vínculos débiles, cohabitación o pareja de hecho, pensé que sería interesante poder decir algo del universo de internet, hacer una primera aproximación a los estereotipos de la mujer en este mundo. Pronto prescindí de abordar el tema de la pornografía, demasiado grande, y sobre todo insoportable en su genitalidad tan brutal. Tampoco me fue bien otro campo, que juzgué más fácil, el del cómic de adultos, porque resultó así mismo inabarcable. Pero la incursión resultó suficiente –pero eso lo digo con reservas, porque mi observación fue limitada– para ver que el estereotipo era el de la “heroína machacada”. El cuento es siempre el mismo, una superwoman que rápidamente pasa a ser agredida de múltiples formas y maneras. Sade, el marqués, es recordado no porque su literatura sea buena -es un muermo– sino por ser una caso único en su época, hoy sería un insignificante y escasamente imaginativo guionista, perdido en un océano de competidores.
#07-foto-2La cultura desvinculada alimenta el deseo, y especialmente el sexual, y lo hace sin límites porque su demanda es infinita, y el mercado está para atenderla. Pero el feminismo nunca ha levantado vadera contra la prostitución y la pornografía, y sigue con el fantasma patriarcal. La razón es que todo forma parte de la misma cultura de la alienación, de pérdida de realidad que nos ha invadido, y que hace, en otra flagrante contradicción –y no es la última–, que en nombre de la independencia de la mujer se empuje a las adolescentes y jóvenes, deben sentirse obligadas a “estar buenas”, no “ser”, sino estar, y eso significa vestir y actuar, sino excitar y atraer sexualmente. Y luego se escandalizan de Magaluf. ¡Pero si ese es el nombre de nuestro país!

Ese es un capítulo de la enfermedad, es grave, pero lo peor es que no es el único. Cito otro: la inconciencia de que estamos en medio de una guerra, uno de los escenarios, Libia, no está mucho más lejos que la distancia que separa Lugo de Barcelona; Ucrania está ahí y puede transformase en un conflicto europeo; el Estado Islámico ya es más que un grupo terrorista, y así podríamos seguir con nuestro entorno. Pero, que nos importa si la liga ha comenzado, y Podemos puede conseguir el gran resultado de que el 85% de los votantes lo rechacen.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Forum Libertas, www.forumlibertas.com.