El Philip Morris de la marihuana

Ignacio Aréchaga | Sección: Política, Sociedad

#07 foto 1Hace tiempo que no leo una entrevista con un presidente de una compañía tabaquera. Aunque su actividad sea legal, da la impresión de que operan en la clandestinidad. Ciertamente, por muchos consumidores que tenga, no es fácil defender un producto empaquetado con advertencias alarmantes de “el tabaco mata”. La imagen que transmiten los medios de comunicación sobre el hábito de fumar es hoy abrumadoramente negativa. Si no se trata de una información sobre los estragos que el tabaco causa en la salud, será una denuncia sobre las malas artes de los productores de tabaco para enganchar a los jóvenes, o un reportaje explicativo sobre los diversos modos de abandonar el tabaco.

Las campañas contra el tabaco llevan a hacerlo cada vez más caro, más prohibitivo para los menores, con regulaciones publicitarias más estrictas.

En cambio, he leído últimamente varias entrevistas con emprendedores que quieren explotar legalmente en EEUU el comercio de la marihuana, que se presenta como el próximo gran filón. Ya actualmente veinte estados han aprobado el cannabis bajo el pretexto del “uso terapéutico” y los estados de Washington y Colorado han dado el paso de legalizarlo abiertamente para uso recreativo. Y aunque sigue siendo ilegal para la ley federal, ya hay quien ve cercana su legalización y está tomando posiciones para ese momento.

Así que ahora se trata de pasar del camello al big business. El Wall Street Journal (14-03-2014) publica una entrevista con Justin Hartfield, que, por el momento, es el promotor de Weedmaps.com, web donde los consumidores californianos de marihuana para “uso terapéutico” pueden encontrar informaciones sobre los médicos dispuestos a recetarla, los “dispensarios” donde obtenerla, las calidades de las distintas cosechas y los precios. El año pasado la web ingresó 25 millones de dólares. Y eso no es nada en comparación con lo que podría obtener si pasara a vender directamente la marihuana.

El propio Hartfield reconoce que el pretexto de uso terapéutico actual es una “farsa”, aunque ciertos extractos del cannabis alivien síntomas de algunas enfermedades. La periodista también advierte que ninguna de las personas con las que habló que tenían una tarjeta médica para comprar marihuana estaba realmente enferma. Ella misma se hizo con una pagando 150 dólares y visitando a un médico ante el que alegó “estrés profesional”.

Junto al “uso terapéutico” en contadas enfermedades, Hartfield podría mencionar también los no pocos daños que causa la marihuana, sobre todo a los jóvenes. Según estudios publicados en revistas médicas, la marihuana expone al consumidor al riesgo de psicosis, a cambios en la anatomía del cerebro, a daños en el corazón y los pulmones, y afecta al aprendizaje, la memoria y la capacidad de discernir. Pero nada de esto se menciona en Weedmaps.

En este aspecto es más sincera la web de Philip Morris, que reconoce que “fumar es adictivo y causa enfermedades graves, como enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón y enfisema”.

La periodista habla de Hartfield como el hombre que quiere “llegar a ser el Philip Morris de la industria de la marihuana en América”. La referencia a la empresa líder del tabaco quizá no le favorezca en estos momentos. Pero hay que reconocer que Hartfield, para defender su negocio, utiliza argumentos ya clásicos en la industria tabaquera: “Estamos en América, ¿no? Aquí está permitido hacer negocios para ganar dinero y a la gente se le permite tomar decisiones por sí misma. Y sabemos que la prohibición no funciona, como se vio con el alcohol”.

Lo que sí funciona, como se ha visto por las campañas de las tabaqueras, es untar los engranajes políticos. El pasado años, según el WSJ, Weedmaps gastó un millón de dólares en lobbies y donaciones a causas políticas para favorecer sus puntos de vista. Pero en este caso nadie ha denunciado esto como compra de voluntades públicas.

El siguiente paso, ya anunciado por Hartfield, será animar a prominentes empresarios y celebridades a que salgan del armario y reconozcan que fuman marihuana. Si en tiempos pasados admitir que uno había fumado un porro en la universidad podía arruinar la carrera de un político, ahora le daría un toque de pionero.

Lo que está claro es que legalizar la marihuana no la hará más saludable. Simplemente, extenderá más el consumo. ¿Saldremos ganando con eso?
#07 foto 2Apartar a la gente del uso del tabaco está siendo una lucha larga y difícil, pero que está teniendo éxito. Según una extensa encuesta federal recién publicada, en EEUU ha habido un descenso generalizado de este hábito, que todavía engancha al 22% de los hombres y al 18% de las mujeres. El análisis de los datos muestra que los sectores de mayor poder adquisitivo y de educación más elevada han dejado el tabaco en mayor proporción que los de ingresos bajos y un nivel de formación inferior.

Hoy el cigarrillo ha perdido su glamour. En cambio, el humo de la marihuana, que perjudica no solo a los pulmones sino también al cerebro, se beneficia de un aura de estímulo liberador. Pero dentro de unos años llegará el momento de emprender campañas antimarihuana. Lo más probable es que para entonces Philip Morrris haya comprado los negocios de los Hartfield y otros emprendedores que les están creando su futura clientela.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog El sónar, http://blogs.aceprensa.com/elsonar.