Crecimiento

Adolfo Ibáñez S.M. | Sección: Política, Sociedad

#08 foto 1Nos encanta repetir curso y por esto no logramos superar la Básica. Por décadas se echó la culpa a los explotadores y al capitalismo internacional. Con la ilustre dictadura aprendimos que las malas políticas estaban en la raíz de nuestros males. Además, en aquellos años de los uniformes se desató una mística que nos empujó más allá de las crisis, y nos permitió vislumbrar que podíamos volar sobre las nubes. Entonces apareció un país vigoroso, que hace casi imposible explicar lo poca cosa que fuimos antes.

Sin embargo, nuestros motores se pararon en 1998 con el mal manejo de la crisis asiática. Las chambonadas de entonces nunca fueron corregidas (se dijo que no había piso político); al revés, solo se han agravado (para lo cual siempre hubo piso político). Pero sucedió que los asiáticos rápidamente salieron airosos y los chinos dieron un tremendo salto: todo esto se tradujo en un inusitado incremento del precio del cobre a partir de 2004, que nos llenó de plata a pesar de todo. A esto se sumó la crisis “subprime” (2008) y su secuela de millones tirados a Wall Street y a los pisos altos de Manhattan, los de los ejecutivos, y la consiguiente inflación de activos que ha producido. Esto nos hizo sentirnos irremediablemente ricos, generando una sensación de bienestar desconocida anteriormente, con lo que cundió la impresión de que el crecimiento se da solo.

Esta situación externa veló pudorosamente el hecho de que entre tanto habíamos regresado al discurseo de las viejas décadas, más Transantiagos, Chaitenes y otros desatinos de magnitud. No se hizo nada serio e innovador para poner en marcha nuestros motores nuevamente, con lo que quedamos entregados a los vaivenes del mundo. Mientras la cosa iiiba era rico sentarse a contar billetes (como los bonos del cobre). Ahora que la cosa vieeene … ojo, que la resaca siempre es más fuerte que el palabrerío.

Nos hemos olvidado de que para crecer solo vale el esfuerzo sostenido y mancomunado de todos. En cambio, nos “aguatonamos”: problema más del alma que de la cintura. En estos días, cuando comienza a manifestarse una desaceleración, debemos recordar que desde aquel año de 1998 la productividad ha estado estancada y la innovación ausente, lo que deja a la riqueza adquirida sin bases sólidas. Y el “Programa”, que hoy se nos ofrece como la panacea para todos los males, es volver a repetir curso una vez más. Por el camino del palabreo seguiremos indefinidamente en la Básica. Y la Media volverá a ser una meta lejana: un país de nunca jamás.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Santiago.