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Cuando ir a Misa te cuesta la vida

¡Perros infieles!, gritaba una multitud de musulmanes, a las puertas del barrio cristiano de Gojra, una pequeña localidad cercana a Faisalabad. Bombas de fósforo y queroseno volaban contra sus casas, porque, en una boda, a un invitado se le ocurrió la terrible idea de lanzar confeti hecho con papel de periódico en el que se mencionaba Alá. Como el confeti, que quedó en el suelo, fue pisado por los invitados, un musulmán denunció el hecho como una blasfemia y se lanzaron contra el barrio. Al señor Almas le asesinaron a sus dos hijos, a su padre, a su mujer, a su hermano y a su cuñada, quemados vivos en su propia casa. Este suceso, ocurrido el 31 de julio del año pasado, es sólo uno de los más de 80 casos de denuncias al año por la ley anti-blasfemia.

Don Javier Menéndez, Director de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España, que acaba de viajar a Pakistán para conocer de primera mano qué necesitan nuestros hermanos, destacó en la presentación de la campaña, la pasada semana, la pobreza en la que viven el 0,7% de cristianos del país. Los trabajos más penosos son para ellos, ya que su condición laboral va marcada por su religión cristiana, que consta en su pasaporte.

El Presidente de la Conferencia Episcopal Pakistaní y arzobispo de Lahore, monseñor Saldanha, explica que el fundamentalismo islámico, cada vez, es más exacerbado: «Son muy activos y quieren llevar el Islam al mundo entero, haciendo desaparecer el resto de las religiones». Sobre la ley anti-blasfemia, dice que basta con una denuncia, «sin necesidad de testigos o pruebas», para que haya un juicio inmediato y condena. Monseñor Saldanha recordó que los obispos pakistaníes lanzaron, en 2009, a través de la Comisión de Justicia y Paz, una petición y una recolección de firmas para la revocación de la ley, que presentaron al Primer Ministro Raza Gilani. Pero aún no han sido escuchados…

Estos sucesos suponen una terrible experiencia para el arzobispo, de sonrisa amable, que carga a sus espaldas el terror de un pueblo: «Uno de los peores momentos fue la explosión de las bombas en la catedral de Lahore en 2008». Pero, reconoce, no tener miedo: «Confío en Dios, me siento seguro en Él».

La Iglesia en Pakistán

Si un misionero quiere entrar en el país, tiene que ser en sustitución de otro que se marche. Por eso, el futuro está en las vocaciones nativas. En estos momentos, la Iglesia se divide en 2 archidiócesis y 4 diócesis, con sus 6 obispos y 270 sacerdotes para todo el país, ayudados por 735 religiosas. La piedra angular, son los catequistas laicos. Uno de los objetivos prioritarios de la labor eclesial es la ayuda a las mujeres: en los últimos años se han destruido 300 escuelas femeninas.

La emigración de los católicos es evidente: muchos se han ido a vivir a los países del Golfo Pérsico, aunque esta separación ha provocado muchos problemas familiares, «como hijos que crecen sin padres o segundas familias», reconoció monseñor Saldanha. Pero, como señala AIN, «mientras un solo católico de Paquistán quiera vivir en su tierra, nosotros permaneceremos junto a él».

Nota:

Pakistán es uno de los diez países del mundo donde es más difícil vivir la fe. La terrible ley anti-blasfemia, que condena cualquier ofensa a Alá, Mahoma o el Corán, es el marco legal para extender el Islam, única religión verdadera para el 97% de los pakistaníes.

Este artículo fue publicado originalmente por Alfa y Omega, www.alfayomega.es.