Cuando las opiniones no me gustan

Pablo Sánchez Márquez | Sección: Nos han escrito

Revuelo causó la ofensa dirigida contra Don Gabriel Valdés, por dirigentes de su propio sector. En un tono peyorativo, se le llamó “demente senil”, a causa de sus dichos sobre las capacidades de Sebastián Piñera.

Si bien es cierto, el asombro se produjo no sólo por el tono de las palabras, sino por las palabras mismas, no es menos cierto, que el fondo de lo que significan pasaron casi inadvertidas. En efecto, si contextualizamos los hechos, reconocemos esencialmente dos. El primero, son los dichos del Sr. Valdés, NO a favor del Sebastián Piñera, sino respecto de las capacidades del candidato, a saber, nada nuevo, toda vez que es de conocimiento público, y de aquellos de buena fe, el éxito que ha tenido el Sr. Piñera como empresario, y como político. Lo segundo, en relación con el reconocimiento hecho por sus pares, como el mejor senador, en dos oportunidades.

El segundo hecho, es la reacción en los dirigentes de la Concertación, acompañantes del Candidato Frei. Tal exacerbación de los hechos, no hacen sino mostrar cuán importante es el Sr. Valdés, aunque sus palabras no se condigan. De lo contrario, cabe la pregunta ¿Por qué tal reacción virulenta, sino el Sr. Valdés no tiene influencia, poder, o autoridad alguna dentro de la Concertación? Si vamos más allá, podemos incluso preguntarnos ¿Es acaso pecado capital, reconocer las capacidades objetivas de un candidato que no es del grupo político del que se ha participado toda su vida? Al parecer así es.

Contextualizados los hechos, creo imprescindible desentrañar el fondo del asunto.

Sabido es que vivimos en Democracia. Tener la dicha de disfrutar una democracia estable-como no se da en otros países de Latinoamérica- implica más que simples elecciones periódicas. Decir que vivimos en Democracia, es decir que podemos expresarnos libremente, con la sola limitante de la moral y el Orden Público. La Libertad de Expresión, constituye un derecho fundamental (o Humano, como se le llama), que no puede estar ausente en un país cuyo pilar esencial es precisamente, la Libertad. Fuente de la Libertad de Expresión y opinión es la dignidad de la Persona Humana, que lo hace acreedor de un trato respetuoso y sin distinciones carentes de razón o fundamento (discriminación arbitraria). Por ello, elemento esencial de la Democracia es el respeto por lo Derechos Fundamentales, que emanan de la naturaleza humana.

La Libertad de expresión, pensamiento y opinión, involucra a su vez, la posibilidad de diferir en criterios, en observaciones o fundamentos, y darlas a conocer. Este es el fundamento de la existencia de diversos partidos políticos, cuya visión de la sociedad, el Estado, etc., se confrontan en Congreso o en el debate público, representando los pensamientos presentes en el País. En consecuencia, constituye también un elemento insoslayable de la Democracia, el pluralismo político. Un último componente de la democracia, es el “respeto por las reglas de juego”, vale decir, respetar la voluntad del pueblo soberano, de modo que el vencido lo reconoce, y sin mayores trámites, deja el poder, convirtiéndose en minoría, buscando legítimamente volver a la mayoría.

Se presentan entonces, tres criterios de una persona cuyo interés es la Democracia, los que son, el respeto por los derechos humanos, el pluralismo político y el respeto por las reglas del juego.

Si, volviendo a la escena presentada, confrontamos estos principios, con las reacciones de los dirigentes de la Campaña del candidato Frei, podemos concluir, que no reflejan otra cosa que una falta de respeto a la ciudadanía, y especialmente a al Democracia. Nadie tiene el más mínimo derecho a desacreditar a una persona, sólo en virtud de su opinión y su edad, pues de lo contrario, simplemente se dice, cuán disconforme se está con la Democracia misma. Puede una persona no tener potestad o poder político, sin embargo, nadie puede negar de buena fe, la auctoritas o autoridad moral e intelectual que constituyen ciertas personas.

Frente a esto, cabe pensar que: si ciertas personas se incomodan con opiniones, libremente expresadas, que no se ajustan a sus criterios, y ello provoca una reacción carente de toda lógica, y de mínimo respeto por la dignidad de una persona, ¿Aceptarían ellos las reglas del juego si llegasen a perder el poder?

Quiero llamar la atención, con el simple, pero significante hecho de que si esta situación se produce en nuestro país, entonces estamos frente a Políticos maquiavélicos, cuyo slogan es: el fin (el poder o su mantención), justifica los medios. En consecuencia, temo por el futuro de Chile.

Pablo Sánchez Márquez