¿Y las pequeñas victorias?

Fernando Peña R. | Sección: Política

Hace aproximadamente un mes atrás la Alianza por Chile, sus dirigentes, militantes y simpatizantes, celebraban con fervor y optimismo la gran victoria de las elecciones municipales, queriendo por supuesto, que dicho triunfo se proyectase a la madre de las victorias: la elección presidencial del próximo año.

Abunda el optimismo, la seguridad, la confianza, porque por primera vez en mucho tiempo existe una clara posibilidad de “ser” gobierno. Ese es el triunfo que nos queda, el de los coroneles, de los presidenciables, el triunfo institucional de dos tiendas unidas en un gran coliseo, más NO el triunfo de nuestra gente, que por conformarse tímidamente con esos triunfos, le abre paso en la sociedad a corrientes que preparan el terreno desde las trincheras: desde las Universidades, desde los sindicatos, asociaciones gremiales y profesionales, donde el olor a cafeína y lavanda que tanto nos gusta no llega, en donde la comodidad de los innumerables sillones y cargos que se ofrecen se reemplaza por los sinsabores y las constantes derrotas en terreno enemigo….a pocos les interesa librar hoy ese tipo de luchas…

¡Pero claro!, ¿Qué injerencia puede tener el triunfo de un Gremialista en la FECH, o en la ANEF o en el Colegio de Profesores respecto a la elección presidencial? ¡Ninguno! Es el comentario recurrente de aquellos que aún siguen fagocitando en sus pulcros escritorios, sin advertir que el adversario levanta sus banderas en todas y cada una de las sociedades intermedias en donde no tenemos presencia, tranquilo, porque sabe que nuestra posición alimenta y alarga sus filosos tentáculos.

Todos están atentos al escenario político nacional, calculadora en mano, solo interesa el “premio gordo”, y aún cuando es legítimo tener dicha aspiración, nuestro deseo termina por eclipsar no solo esta tarea pendiente (a mi gusto la más importante), sino que también nos aleja del debate reflexivo en torno a las ideas y proyectos del Chile que queremos construir. Fallan nuestras autoridades y nuestras potestades (salvo contadas excepciones), triunfan en cambio la tecnología política, el marketing electoral, la prensa, los votos (cuánto pesas, cuántos votos tienes), el slogan, los cargos designados, los candidatos jóvenes que piensan y actúan como viejos, las falsas sonrisas, los conformismos… triunfa en definitiva, todo aquello que juramos combatir.

Mal homenaje para el homenajeado, que de seguro se debe preguntar (entre muchas otras cosas)… ¿Y qué pasa con las pequeñas victorias?

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