La incógnita Obama

Ricardo Benjumea | Sección: Política, Sociedad

Estados Unidos, ideológicamente, es el mismo país que hace 4 años: el 31% de la población se declara conservadora (como en 2004), frente al 22% que se dice liberal (sólo un punto más que en 2004); el resto se presenta como moderado… La diferencia está en las preocupaciones del electorado. El 62% de los votantes mencionó la economía como su mayor preocupación, y reconoce a los demócratas mayor capacidad de gestionarla. El porcentaje es el triple que hace 4 años (20%), cuando, en cambio, el 22% citó los valores morales como motivación electoral prioritaria.

Algunos comentaristas achacan la derrota republicana a la deriva conservadora de McCain, pero los datos no avalan esta tesis: Obama, que ganó a McCain por 6 puntos de ventaja (52%-46%), obtuvo el 88% del voto liberal, y su rival, el 78% del voto conservador. McCain sólo tuvo esperanzas demoscópicas al final del verano, tras la elección como candidata a la vicepresidencia de Sarah Palin, que dio a su campaña un atractivo discurso moral y movilizó a las bases republicanas. Pero arreció la crisis, y todo lo demás pasó a segundo plano. Además, Obama monopolizó la atención de la prensa y la inversión publicitaria. Los republicanos, por el contrario, empezaron y terminaron la carrera electoral con el cartel de perdedores, y con una pesada sensación de derrotismo, cimentada sobre la permanente caricaturización de Bush y los recelos sobre la edad y supuestas enfermedades de McCain.

El factor racial ha sido decisivo. Obama ha mejorado los resultados de Kerry en voto blanco (43% frente al 41%), pero sobre todo ha arrasado con el voto latino (66%) y el negro (95%), minorías donde abundan las familias temerosas de ver sus casas embargadas por los bancos. La contradicción es que, al mismo tiempo, Obama ha sido el candidato de las élites financieras; y de la progresía acomodada, que, en la liberal California, con Hollywood al frente, luchó contra la enmienda constitucional que blinda el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Esa enmienda ha prosperado gracias a la mayor participación electoral de negros e hispanos, acentuando la influencia de las minorías en estos comicios. En otros dos Estados, Florida y Arizona, se aprobaron enmiendas constitucionales similares, para evitar que los jueces legalicen el llamado matrimonio homosexual, como sucedió en California, Massachusetts y Connecticut. Y en Arkansas, se ha decidido preservar a los niños de ser dados en adopción a parejas de hecho.

Con peores resultados para los grupos pro vida y pro familia, se han saldado los referendos celebrados en el Estado de Washington, que permitirá el suicidio asistido en algunos casos; en California, donde las menores podrán seguir abortando sin que lo sepan sus padres; en Michigan, que autoriza la investigación con células madre creadas a partir de embriones sobrantes de las clínicas de fertilidad; en Colorado, donde se ha rechazado reconocer al ser humano la condición de persona desde la concepción; y en Dakota del Sur, que rechaza la prohibición total del aborto.

El voto religioso

A diferencia de la pena de muerte, que carece de una oposición consistente, la aplicación de la agenda liberal genera fuertes controversias, aunque, a los 40 años de la revolución de 1968, parece haber tocado ya techo y estar en retroceso. Obama, moderado quizá según los parámetros europeos, ha sido el candidato presidencial con un historial más radical de la historia norteamericana en asuntos morales, aunque el dato debe ser matizado por la brevedad de su currículo. Es el más cercano a las reivindicaciones homosexuales y al lobby abortista. Pero también es un pragmático. El problema que se le plantea es cómo satisfacer a los radicales que le apoyan, y que jamás votarían republicano, pero podrían quedarse la próxima vez en casa. Y hacerlo sin despreciar el voto religioso, que vale por dos, porque éste sí cambia de bando.

Obama prometió en 2007 a la mayor organización abortista del mundo, Planned Parenthood, que su primera decisión como Presidente sería firmar la Freedom of Choice Act, una ley que permitiría eliminar todas las trabas al aborto de niños no viables fuera del seno materno (consultoría psicológica, información o autorización paterna…) En cambio, durante la campaña, se ha declarado contrario al aborto…, pero sin entrar en la discusión sobre el supuesto derecho (de la mujer) a decidir. También se opone al matrimonio homosexual, mientras promete al lobby gay equiparación entre sus uniones y los matrimonios.

Para Obama, ha sido clave presentarse como un hombre de fe amante de su familia, y su capacidad para no herir susceptibilidades, error que sepultó las opciones de John Kerry. Obama no sólo ha recuperado para los demócratas el favor de los católicos (54%-45%, aunque pierde entre los católicos blancos: 47% frente al 52%). Además, ha mejorado entre los evangélicos, sobre todo en Estados clave para la aritmética electoral. Y ha conseguido buenos resultados entre los cristianos más practicantes. Quienes asisten a la iglesia varias veces al mes, o más, constituyen el 54% del electorado. Entre estos votantes, Obama ha conseguido un 43%, superando, en alguna franja, hasta en 8 puntos los resultados de Kerry en 2004, y de Al Gore en 2000.




Notas:
Más antecedentes sobre la reciente elección presidencial en los Estados Unidos en el artículo “¿Qué ha sucedido con el voto católico en los Estados Unidos?”.
Este artículo fue publicado originalmente en alfayomega.es.

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