¿Honorables?

José Luis Widow Lira | Sección: Política

José Luis WidowHonor es el homenaje público que se rinde a aquellos hombres que destacan por su virtud. Este es al menos el sentido clásico del término. Honorable es, en consecuencia, quien merece recibir ese homenaje porque ejerce sus virtudes causando un beneficio no sólo para sí, sino también para todos quienes les rodean.

Recibir el trato de Honorable Diputado de la República debiera ser algo más que revestirse de un título que de tan vacío llega a parecer pomposo. Pero ¡por Dios que se esfuerzan muchos de nuestros diputados para que no sea más que eso! Evidentemente no puedo dudar de la virtud de ninguno. No soy quien para eso ni me interesa. Pero sí puedo juzgar las acciones exteriores, que son, normalmente, el reflejo de los hábitos interiores. Soy quien para eso, me corresponde y me interesa hacerlo. A partir de esas acciones puedo decidir si brindarle honor o no a cada miembro de nuestra Cámara Baja. Puedo, en otras palabras, darle el trato de honorable a uno y otro diputado como me parezca: a unos con la ironía propia del uso de un término vacío de contenido; a otros, con el respeto que se le debe a un hombre que se reconoce como virtuoso por sus acciones.

Hemos leído la noticia de que algunos diputados, mientras se discutía en una cámara casi vacía el proyecto de modernización del Ministerio de Defensa jugaban a la pelota. Se justificaron arguyendo que estaban filmando un spot publicitario para el canal del fútbol. Me parece que este es uno de esos típicos casos en los que la explicación agrava la falta. ¿Qué diablos hacen filmando un spot publicitario cuando tienen que estar discutiendo las leyes que rigen a la nación? La foto que salió en los medios de comunicación con la Cámara casi vacía es simplemente patética. No puedo suponer falsos los datos sobre asistencia a las sesiones que ofrece en su página web la Cámara de diputados. Pero sí, al menos, puedo dudar de que correspondan a los hechos. Son demasiadas las veces que hemos visto la mayoría de los sillones vacíos cuando un “colega” dirige un discurso a nadie. ¿Es que marcan asistencia y luego se van a jugar fútbol? No lo afirmo, pero alguna sospecha tengo…

¿Y esas imágenes tantas veces vistas de diputados que se dirigen a la Cámara mientras los otros conversan entre sí, hablan por celular, leen el diario o alguna revista, navegan por Internet o revisan un documento? ¿No es que cuando hay sesiones deben asistir al debate para así poder votar mejor? No quiero pensar que voten las leyes sin haber escuchado argumentos a favor o en contra. Menos que las voten sin haberlas leído. Aunque pareciera que se puede pensar, hagamos el esfuerzo de no hacerlo, pero aún así, resta exigir educación. Si alguien me está hablando a mi, más aun si es sobre un tema importante que requiere mi atención, es simplemente una descortesía ponerme a hablar por teléfono o a hacer cualquier otra cosa.

¿Y qué decir del aumento de la asignación para bencina? Estoy perfectamente consciente de que el aumento de $100.000 es irrelevante en el presupuesto nacional. No se trata de eso. Se trata de que cuando la situación está complicada para todos los chilenos, que han visto subir muchas de sus cuentas básicas –electricidad, gas, agua–, algunas casi un 50% en los últimos meses, que han visto subir el precio de los alimentos, y, por supuesto, que han sufrido el alza del precio del combustible sin tener la posibilidad de auto-asignarse, con cargo al presupuesto de la nación, más recursos, el alza en la asignación para combustible que se auto-concedieron los diputados es si no una bofetada en la cara, al menos una burla. Es cierto que algunos tuvieron la decencia de no aceptarla. También lo es que debido a las críticas recibidas, a las pocas horas, la Cámara renunció “generosamente” a tal beneficio. Pero el desatino ya estaba consumado. La imagen de irresponsabilidad y frivolidad que ofrecieron los diputados ya quedó
en la retina. Para qué decir algo del flamante Presidente de la Cámara, que con pocas horas de diferencia alegaba primero que se hacía mucha alharaca con el tema y luego proclamaba que mientras él ocupara el cargo no habría ningún tipo de alza en los dineros que reciben los honorables.

No voy a recordar acá otros hechos indignos ocurridos en el honorable hemiciclo hace más tiempo. Simplemente advertir que si algunos de nuestros diputados no piensan mejor antes de tomar algunas de sus decisiones, su condición de honorables se limitará a ser recordada en chistes y bromas. El problema mayor es que en el camino irá acentuándose la lejanía y el desinterés que tantos chilenos, especialmente jóvenes, sienten por el bien común. Quizá no sea una mala idea la que ronda por ahí de legislar para impedir las reelecciones de diputados y senadores. Aunque probablemente no sería aprobada. Con ello, al menos mantenemos la posibilidad de seguir reeligiendo a varios diputados que sí merecen ser honrados por su trabajo legislativo justo, serio, acucioso y constante, que es, a fin de cuentas –y sería hora de que algunos ya se vayan enterando– para lo que fueron elegidos.

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